3va Estancia
Artística Comalapa II, Zongolica, Veracruz.
Preparando el
4to. Encuentro Internacional de Juventud Indígena y Arte
En nuestra
constante búsqueda de nuevos escenarios, nuevos espacios y nuevos públicos, las
fuerzas del universo nos siguen llevando a la Sierra de Zongolica, donde hace 8
años dibujamos una escuela de artes escénicas a los pies del imponente Jesús
que protege la ciudad de Zongolica. Del 17 al 23 de junio, realizamos la 13va.
Estancia Artística, que tiene entre otros, el objetivo de crear el montaje
escénico Mayahuel, la metáfora del maguey, en esta estancia, integrantes de
Compañía Intercultural de Artes Escénicas y creadores con una amplia
trayectoria artística se dieron cabida para compartir sus conocimientos y dar
vida a personajes e historias, que se contarán en el mundo.
En este
ejercicio de integración del elenco de Mayahuel, cuya dirección está a cargo de
Alberto Lara Enríquez, creador escénico con trayectoria por el FONCA CONACULTA
2011, participaron: la Maestra Estela Lucio, arquitecta y bailarina, quien
además de ser parte del elenco actoral, nos compartió sus conocimientos en la
elaboración de paravoloides, técnica de arquitectura textil a partir de la cual
se desarrolla la propuesta de escenografía en la que participa como coordinador
el Maestro Héctor Brauer, quien está a cargo de la gráfica monumental que se
desarrolla para este proyecto; el Maestro Javier Cabrera, quien está a cargo
del diseño sonoro y musicalización del montaje; Lukas Avendaño, quien propuso
el entrenamiento corporal con técnicas diversas de danza; el Maestro y
contratenor Javier Ignacio fragoso, quien impartió un taller de voz. Betania
Benítez, asistente de dirección; Jonathan Alfredo Barrales, Abril Alejandra
González Lobato; Eliseo Romero Navarro, Juan Carlos Hernández Álvarez, Ana
Liedo, Alberto Córdova, en el diseño de vestuario Águeda León Martínez, y en la
producción Yesenia Muñoz y Evelyn Ariadna Aguilar Uscanga.
Las Estancias
Artísticas son una metodología que Laboratorio Escénico AC, ha venido
implementando desde hace 8 años y que constituyen un complemento a la educación
formal, participan jóvenes de educación superior al tiempo que se comparten
experiencias con toda la población de la comunidad.
En esta
ocasión les compartimos la experiencia del Maestro Héctor Brauer, quien instaló
su mesa entre ciento treinta jóvenes del Telebachillerato Comalapa y realizó
una exposición ante personas de la comunidad en un festival realizado el 22 de
junio por la tarde, en donde Lukas Avendaño organizó una clase muestra de danza
para niños y jóvenes; Abril, hizo danza en telas, mientras el maestro Cabrera
nos deleitaba con un concierto musical a partir de instrumentos prehispánicos y
yo diría orgánicos, escucha el canto de de la piedras y las incorpora a su
música. Ser parte de un trabajo comunitario así es un honor para mí. Al
terminar he vuelto a mi hogar cansado, lleno de lodo y satisfecho de haber
colaborado en una dinámica que considero trascendente. Emocionado de haber
subido y bajado a las montañas de la sierra de Zongolica con mis tantos años a
cuestas, contento por haber conocido gente tan bonita, de haber convivido con
un pueblo cuya dignidad es notada a simple vista. De manera especial me ha
gustado trabajar con los jóvenes del TEBA en Comalapa. Hablar ahí de
Quetzalcoatl y Tezcatlipoca, de Coatlicue y Coyolxauqui, de Xolotl y
Tlahuizcalpantecutli, de comunicación y cultura. Hablar del México antiguo en
un México que conserva muchos de los valores de aquel, hablar de la tierra
parado en la tierra misma y rodeado de tantas y tan bellas montañas, todo eso
es una experiencia que agradezco a los integrantes de Laboratorio Escénico que
fueron quienes convocaron. Agradezco a Yesenia Muñoz su eficiencia, a todos los
compañeros su solidaridad, a Alberto Lara su iniciativa y a los habitantes de
Comalapa sus atenciones.
Me parece este
un ejercicio de comunicación social interdisciplinario en el que todos salimos
ganando porque aprendemos todos. Aprendemos del otro tanto en los que nos es
común como en lo que nos distingue. Aprendimos los maestros y los alumnos,
todos nos nutrimos con algo nuevo. A posteriori. Un encuentro entre dos mundos
es lo que los hombres americanos hemos vivido desde que Colón pisó nuestras
tierras, desde que Cortés doblegó a uno de nuestros imperios, desde que Pizarro
despedazara a uno de nuestros poderosos, desde que dos maneras distintas y distantes
de ver el mundo se encontraron. Un encuentro entre dos mundos es lo que los
mexicanos hemos vivido desde que nuestros dioses tuvieron que cambiar de
nombre, desde que el mundo tuvo dueños.
Un encuentro
así se da cuando nos miramos en el espejo, cuando uno es el mundo que miró y
otro el que logró meter el lenguaje lineal, cuando intento meter un cúmulo
emotivo en caracteres tipográficos, cuando escribo como en este momento el
impacto que a mi sensibilidad implica ir a uno de los pueblos lejanos geográfica
y temporalmente que son parte de esto que globalizadamente he aprendido a
llamar México. Acomodar (se) (al) barro. El arte de volver a lo rupestre, el
acomodar el barro, distribuir piedras, trazar veredas es como hacer un
artificio de hombre con estómago, intestinos, corazón y luego huesos, vigas,
varas, leños, maderos, cuerdos, esteras, mecates, amarres, concha de toche en
un rincón con las cuerdas de tlacuache para estirar los dedos a la hora del
desvelo, para deshilar en canciones los sueños es ir dejando huella en cada
paso que damos, como una muesca mas una incisión, un trazo en la memoria, que
van haciendo de las paredes de la cueva un planetario, sistema de coordenadas,
mapa, almanaque… puro rollo.
Es arte de
volver a lo rupestre el ir y venir hasta el manantial para saciar la sed es ir,
por la vereda cual si fuese una galería de arte, la vereda vista cual si fuese
artificiosa hechura. Hay conciencia de encontrarse en su belleza, hay, el
privilegio de ver, a la luz jugar, a las formas desenvolverse para ilusionar al
ojo, es, mirar la cueva del hombre primigenio, el espacio esencial de la cueva
y su calor cuando en ella se entra y saber la opción de ver llover o cerrar la
ventana, es, grillos, ranas, sapos, tlaconetes, búhos, tecolotes, tecomates, canas,
vientos, silbos, silbatos, pitos, cañas, sonoridades, juegos acústicos,
fónicos, sónicos, rítmicos golpes de piedra con piedra con palo, de palo con
viento y así, música hecha por el moverse la mano del hombre entre caparazones
de tortuga donde están los secretos del Universo y dentro de esos secretos el
de saber hacer música. Una mesa, unas piedras, unos palos, puro rollo para
decir que… Hay teatro en el monte. Ejercicios teatrales sin ese espacio
arquitectónico que llamamos teatro, sin butacas y acomodadores, sin luces
dirigidas, sin estáticas escenográficas.
El teatro
reducido a las capacidades expresivas del ser humano. Expresión corporal, voz,
manejo de las emociones, eso ante todo, sentido de verdad en las emociones
compartidas. Para la Mesa de Brauer como proyecto gráfico de anhelo monumental
es grato sobremanera trabajar en medio de tanto aire, tanta lluvia, cerros y
lodo. Imprimir imágenes en el linóleo y el papel y la tela y las pieles de los
actores y su escenografía y así llevar una imagen plástica a su reproducción
como imagen gráfica que es, a lo escenográfico que envuelve un hecho teatral y
bien cerquita estar en el hecho teatral puesto a nivel de piel. Todo esto sin
olvidar que las imágenes son creadas para ser impresas en los ojos, en la mente
en la memoria de los seres humanos. Héctor Brauer/ Junio 2012